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Lyrics365 > Les Luthiers > Encuentro en el restaurante.

Encuentro en el restaurante.

"Encuentro en el restaurante." Lyrics by Les Luthiers

(Marcos decide improvisar el texto)





Marcos Mundstock: Eh… bueno, en fin… ¿Qué podemos


agregar… sobre el famoso, el célebre compositor Lajos…


eh… Lajos Himrenhazy que no se haya dicho ya? Bueno,


él… eh… ejem…se trata de un… de un compositor, eh… un


compositor… eh… lo podríamos definir como… no tanto en


el… Nació… nació… nació. No, pertenecía a una familia


muy… una familia… eh… provenía de los… eh… Era el


menor… Cuando nació era el menor.





No, y siguió… siguió siendo el menor un tiempo,


casualmente hasta que nació el hermano… eh… Bueno, en


realidad el tema del hermano merecería un desarrollo un


poco más… eh… Debo decir, eh… no se sabe, por ejemplo,


a ciencia cierta, eh… si tuvo hermanos. Me refiero, tal


vez sí se sepa, yo en este momento lamentablemente no…


no, no estoy en el…





Bueno, y como toda biografía de un gran compositor, eh…


bueno, ya se sabe, lo de siempre, ¿no? Típico, una


familia de músicos que ya desde pequeño lo… lo van


guiando, le van enseñando, ya tiene todo como… eh… O


también, típico, una familia que se opone totalmente,


¿no? ¡Claro! Y justamente el caso de Lajos Himrenhazy


es un típico ejemplo… eh… de uno de estos dos casos.





Más aún, yo diría es un caso intermedio… Claro, un caso


intermedio, que no es que le dijeran: “Mira que el


futuro, la carrera, bla, bla, bla…” Tampoco le


decían “No, no vayas”… Era una especie de “Si vos


querés”. Eh…Y se ve que quiso.





Claro, porque muy p***to comenzó a tomar sus primeras…


eh… a tomar sus primeras… eh… con el viejito éste,


¿cómo se llamaba? El… iban todos ahí, el de… Bueno, ahí


fue donde… Pero ahí también fue donde conoció, digamos,


trabó relación, llegaron a, eh… la que luego sería, eh…


Pero parece ser que esta muchacha, al mismo tiempo con


otro de los que también iban allí al… y con uno de los


profesores, decían… y con el portero…





Sí, digamos que esta chica se había creado ya un cierto


prestigio… ¡sí, que venía gente de otros pueblos!


Claro, venían y lo primero que… “Che,


decime…” “¡Ohhhh!” No me acuerdo si fue antes o


después… no, fue después… lo que no me acuerdo es


después de qué… Bueno y… claro, lo que sigue ya… bueno,


no tiene sentido… ya cualquiera puede… en fin, es una…


tampoco quiero seguir y seguir abundando en detalles…


ejem… así que yo diría que pasáramos ya a presenciar la


escena del “Encuentro en el Restaurante”, con música


compuesta por Lajos… eh… ¡Una música…! No, no, una


música que… En fin, no perdamos más tiempo, porque como


bien dicen en inglés: “Time is money”, “El tiempo es un maní”.





(Daniel hace el gesto de recibir a alguien que llega y


la acompaña a sentarse en una silla, y él toma asiento


en otra silla. Durante toda la obra, habla dirigiéndose


a la silla que ocupa su supuesta acompañante)





Daniel Rabinovich: Felisa, qué suerte habernos


encontrado en este lugar íntimo y discreto, así podemos


tomar una copa juntos, hacía tiempo que quería hablar


con usted. Felisa, yo quiero insistir en lo nuestro…


¡No, no se vaya! ¡Felisa, no se vaya, por favor! Por


favor, quédese. Siéntese. Felisa, se lo ruego, usted


tiene que perdonarme, se lo ruego, Felisa… se lo ruego…





(Puccio toca el latín junto a Daniel, con violentos


movimientos de arco que casi lo golpean, por lo que


Daniel tiene que llamarle la atención)





Daniel Rabinovich: ¡A usted también se lo ruego!…


Perdóneme, Felisa, se lo suplico. Usted no sabe lo que


yo necesito, una mirada suya… (Se dirige a Puccio)


¡Ayúdeme! Extraiga de ese instrumento los sonidos más conmovedores…





Carlos López Puccio: ¡Conmovedores para la mesa dos!





Daniel Rabinovich: Felisa, usted me inspira los


sentimientos más puros. (Se dirige a Puccio)


Sentimientos puros…


Carlos López Puccio: ¡Los sentimientos salen puros!





Daniel Rabinovich: …y al mismo tiempo una pasión


desgarradora… desgarradora…





Carlos López Puccio: ¿Desgarradora?





Daniel Rabinovich: ¡Sí!





Daniel Rabinovich: Es como el gorjeo de los pajarillos


después de la tormenta. El gorjeo de los pajarillos…





Carlos López Puccio: ¡Pío, pío!





Daniel Rabinovich: No, no, no; después de la tormenta…





Carlos López Puccio: ¡Glub, glub!





Daniel Rabinovich: Felisa, lo que yo quiero decirle es


que estoy tan ilusionado que pienso que…





Coro: ¡¡¡HEY!!!





Daniel Rabinovich: Muy bien, muy bien.





Carlos López Puccio: ¡Dice que muy bien!





Daniel Rabinovich: Felisa, lo que yo quiero decirle es


que estoy tan ilusionado por este encuentro que creo


que podríamos…





Coro: ¡¡¡HEY!!!





Daniel Rabinovich: Muy bien, muy bien.





Carlos López Puccio: ¡Dice que vamos muy bien!





Daniel Rabinovich: Felisa, lo que yo quería decirle es que…





Coro: ¡¡¡HEY!!!





Daniel Rabinovich: ¡Termine con esa música!





Carlos López Puccio: Dice que quiere la otra música…





Daniel Rabinovich: Felisa… Basta, basta, no lo soporto más.





Coro:


No lo soporto más


Ese amor que me mata


No lo soporto más…


Daniel Rabinovich: ¡¡¡BASTA!!! ¡Osssú!





(Daniel amenaza a los músicos, y estos deciden dejar de tocar)





Daniel Rabinovich: Felisa, desde que usted dejó de


hablarme añoro la cadencia de sus palabras, echo de


menos esa melodía…





Carlos López Puccio: ¡Acá está!





(Los músicos comienzan a tocar de nuevo. A continuación


Daniel intercala dos diálogos, uno con su acompañante y


otro con Puccio, dando lugar a malentendidos)





Daniel Rabinovich: ¿Usted, otra vez? ¡Váyase de aquí!


No, usted no, por favor, quédese.





Carlos López Puccio: Me parecía…





Daniel Rabinovich: Dígame la verdad, Felisa… ¡Váyase de


aquí! Usted quédese, quédese aquí ¡Váyase de una vez!


¡Quédese! ¡Váyase! ¡Usted quédese ahí! ¡Váya…! ¡Quéde…!


¡NO TOQUE MÁS! ¡NO TOQUE MÁS!





(Carlos Núñez, asustado por los gritos, intenta salir


del escenario gateando, pero Daniel le mira amenazante


y Carlos vuelve al piano)





Daniel Rabinovich: No toque más, si hace lo que le pido


le pagaré… ¡No, no se lo decía a usted! Estaba


hablando con él… ¿Cómo podría pensar en pagarle? Ha


sido un malentendido, Felisa, empecemos todo nuevamente.





Carlos López Puccio: ¡Cómo no! ¡Todo nuevamente!





Daniel Rabinovich: Bueno, está bien, toque. ¡No, a él


le decía que toque! Felisa, usted tiene que perdonarme


por lo que pasó el otro día en la playa. Reconozco que


estuve muy impulsivo, pero usted, ¿por qué escapó de


ese modo, a la vista de todo el mundo? Sí, es cierto


que yo corría detrás de usted… dando aullidos… pero yo


la corría para reparar mi falta, Felisa.





Sólo quería devolverle su traje de baño… Comprendo que


está ofendida conmigo, que me exige una satisfacción.


Yo puedo darle mucha satisfacción, Felisa. Vea, conozco


un lugar precioso, rodeado de pinos con un lago, las


montañas… no parece un hotel… Felisa, déme otra


oportunidad. Pienso todo el día en usted, cada día que


pasa pienso más en usted. Pienso en el momento en el


que usted accederá por fin a mis requerimientos y me


pregunto, en ese sublime instante, ¿qué me habrá de suceder?





(Puccio ejecuta con el latín una secuencia descendente de notas)





Daniel Rabinovich: Felisa, deme otra oportunidad. Se lo


suplico, amor mío… ¿En serio, Felisa? Entonces, ¿me


perdona? ¿Usted también me ama? ¡Soy el hombre más


dichoso del mundo!





(La música acaba y Daniel se dirige a los músicos)





Daniel Rabinovich: Muy bien, muchas gracias,


felicitaciones. Igualmente, muy bien. Estoy muy


satisfecho, no tenía muchas… ¡Ahí viene Felisa! ¡Esta


vez viene de verdad! ¡Toquen, toquen!





(Vuelve a sonar la música desde el principio. Daniel se


apoya en el piano dispuesto a recibir a Felisa, esta


vez de verdad)

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Tags: Les Luthiers
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